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martes, 19 de agosto de 2008


Llegué temprano para encontrarme con unos “amigos” que en realidad nunca lo fueron, e ir a libar alcohol o vulgarmente dicho: Chupar.
Ellos nunca llegaron. Sólo llegó uno que se subió al bus. ¡¿Qué bus? ¿A dónde iba ese bus? Pues ese día nos iban a llevar a las grabaciones de un programete. Yo no pensaba ir. Debido a que nadie llegó-solo uno, ya lo dije- decidí subir a ese bus. Ya arriba pude ver personas haciendo la caracterización de un grupo de gallinas viajando al mercado. Todos hablando, gritando, vociferando y a la vez saltando, parándose, yendo de acá para allá. Lastimosamente no era una caracterización, pequeño detalle.
Subí. Me senté al lado de un tipo que ya ni recuerdo quien era y lo único que podía hacer era ponerme los audiófonos y esperar llegar. Así lo hice.
Ya llegado el bus y con todos nosotros abajo, empezaron a grabar, claro que después de hacernos esperar largo rato; éramos actores secundarios- terciarios y cuaternarios si es que de este tipo existiesen. En una de esas escenas me mandaron para el cafetín, en la mesa estaba un hombre gordo y una muchacha con los cuales me puse a conversar acerca de las grabaciones, aunque rajar sería la palabra correcta.
Entonces se acercó ella. Es de estatura pequeña y algo ovoide. Llevaba un cerquillo muy bonito, cuadradito y largo. Justo donde terminaba su cerquillo empezaban sus lentes con una montura blanca con rayitas negras. ¿O era negra con rayitas blancas?.
Llevaba un polo rayado, un chaleco azul, un jean suelto y unas zapatillas converse de corduroy.
Ella ya se conocía con los demás en la mesa. Continuamos con la amena conversación y encontró parecido a todo el equipo de producción y actores con gente de su entorno. Que Michelle Alexander es igual a la señora que le cocina, que el actor principal es igual al carnicero de su barrio, que la actriz es igual a la chica que le lleva el periódico, etecé, etecé.
Luego nos mandaron al patio del set y continuamos conversando pero ahora solos. Me contó que estudiaba derecho en San Marcos, que tenía 18 años y que me parecía al cobrador de la combi en la que había venido(jaja).
Empezamos-léase continuamos- hablando de tonterías: Dibujitos animados, cantantes vernaculares, Tongo, Monique Pardo, Susy Díaz. Hasta que no sé cómo, llegó a la conversación la pornografía. Yo no sé mucho del tema. Disculpen mi ignorancia. Ella en cambio se puso a hablar de una película, de otra, una de negros, un de chinos y toda la variedad de razas que se pueden imaginar. De lesbianas, de gays, de bisexuales, pansexuales y todas las demás opciones sexuales que también se pueden imaginar.
Yo simplemente reía y reía con lo que me hablaba, mucho no le creía(ahora la conozco más y créanme que nada de lo que me hablaba era mentira). Ya era tarde, terminaron las grabaciones y todos estaban con los actores. Fotito por acá, fotito por allá. Seguíamos conversando y sentí que podía conversar con ella todo el día. Me hacía reír mucho. Teníamos que regresar al bus y nos despedimos con un: “Ya weno, alaos” (esa manía que tenemos por atrofiar o quitar letras a las palabras).
Nuevamente me senté al fondo con ese tipo. Saqué mis audífonos y a esperar que el bus llegara.
Una vez que bajé del bus pensé: “¿Y cómo se llama? Ya bueno, mañana la volveré a ver. Mañana se lo preguntaré...”



escrito por: iNDIGO

3 comentarios:

Cristhian Zamudio Calla dijo...

jaja, enserio hablaron de ese tema impudico; pero pudico?

ade dijo...

bárbaro. bitácora. así se empieza. a algunos nos gusta... así se termina.

un beso, yoyi pexoxo

.-ade

. dijo...

me llego al pincho tu blog xD

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